¿Puede el traductor de carne y hueso ser reemplazado por una máquina?

por Arcelio Hernández Mussio, presidente de ANTIO (Costa Rica)

 

Con el acelerado desarrollo de la tecnología y los avances en inteligencia artificial (IA), surge la interrogante de si traductores humanos desaparecerán en un futuro próximo. No obstante, es posible afirmar que existen cualidades inherentes al ser humano que las máquinas probablemente nunca podrán sustituir de manera efectiva.

El propósito esencial de quienes traducen es facilitar la comunicación intercultural a través del lenguaje. Aunque la tecnología de traducción automática ha progresado significativamente, la complejidad y profundidad del trabajo de una persona no se pueden replicar completamente por una máquina, incluso con el crecimiento exponencial de la tecnología. Según la Real Academia Española (RAE), la cultura se define como «Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.». Esta definición apunta a que la cultura comprende no solo los modos de vida y las costumbres, sino también un conjunto de ideas y conocimientos desarrollados por un grupo en diversos contextos.

Por ende, quien traduce debe no solo dominar el idioma de una cultura, sino también tener un profundo entendimiento de sus modos de vida, conocimientos y cosmovisión. Esta comprensión es fundamental para transmitir mensajes de manera precisa a personas de otra cultura que no están familiarizadas con el idioma ni con las costumbres de la cultura de origen. La labor de traductores trasciende la simple habilidad de manejar sistemas y estructuras lingüísticas para traducir textos; exige una comprensión profunda tanto de la cultura de origen como de la cultura meta, actuando como puente entre ellas a través del lenguaje.

Sin la intervención de traductores, la humanidad no habría tenido acceso a innumerables libros, películas, series de televisión y otros materiales que reflejan el ingenio y la creatividad de diferentes personas. La barrera lingüística habría limitado considerablemente nuestro acceso a estos recursos. Si no fuera por traductores que han trabajado a lo largo de la historia superando obstáculos para fomentar el entendimiento entre culturas y acercar el conocimiento, la ciencia y el arte de otros contextos culturales, el mundo sería un lugar mucho más aislado culturalmente, potencialmente aún en un periodo de oscurantismo cultural.

ANTIO se ha dedicado a crear conciencia entre sus miembros acerca del trabajo de quienes traducen, cuya función debe ser valorada como una de las más cruciales en la historia. Su desaparición o sustitución por máquinas representaría una gran pérdida para la humanidad. El estudiantado de traducción tiene la responsabilidad de comprender su propia cultura para poder apreciar mejor las culturas extranjeras. Si se desea construir puentes entre culturas, se debe empezar por el autoconocimiento. Es imperativo asumir el rol de promotores de la cultura para conservar lo que grandes traductoras y traductores han establecido desde la antigüedad: la armonía entre diferentes pueblos y el desarrollo del pensamiento crítico mediante el intercambio de ideas y perspectivas del mundo.

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