Perfil de la comunidad traductora en África

Imagen: SUM1, CC BY-SA 4.0, Wikimedia Commons.

por Aly Sambou, presidente interino del Comité de Ética y Deontología (ASTRA)

 

Para comprender la complejidad del paisaje lingüístico del continente africano, es importante mirar más allá de las cifras —cada vez más numerosas y polémicas— sobre el número de lenguas que hablan mil millones y medio de africanas y africanos. Más que el peso del multilingüismo, es la construcción de una forma relativamente nueva de plurilingüismo la que enfrenta a las lenguas africanas con sus «compañeras» heredadas de la colonización. De hecho, en el uso se desarrolla una poliglosia que tiende a manifestarse en los actos de comunicación cotidiana en formas particulares de traducción intralingüística e interlingüística. El homo africanus presenta así un perfil de «omnitraduciente», que navega entre una pluralidad de lenguas portadoras de una diversidad de culturas que se interpenetran. Este entorno intercultural constituye una gran ventaja en el desarrollo de la competencia traductora y favorece, en más de un sentido, la producción de comunicaciones interlingüísticas que demuestran una representación acertada del diálogo entre culturas. Es este un sólido argumento propagandístico para las seis valerosas asociaciones africanas miembro de la FIT.

Aly Sambou, presidente interino del Comité de Ética y Deontología (ASTRA).

Este perfil africano de traductor/a, a la vez plural y un tanto singular, ha terminado por imponer su imagen en los vastos mercados de servicios lingüísticos que se abren en el continente africano. Mi experiencia como investigador y formador en este ámbito me ha permitido seguir de cerca esta evolución en Burkina Faso, Benín, Camerún, la República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Gabón, Ghana, Kenia, Mali o Senegal y observar que cada vez entran en el mercado más colegas cuya única aportación a la profesión es su pulsión de traducir. Muy a menudo, esta pulsión obedece únicamente a una lógica instintiva, dictada a su vez por las circunstancias del momento más que a una coherencia establecida en sus respectivas carreras. Es común llegar a la profesión a merced de las oportunidades de prestar servicios lingüísticos. Debido a estas motivaciones circunstanciales, muchas personas bilingües en lenguas extranjeras no dudan en menospreciar las normas deontológicas de la traducción y reclaman su lugar en el corazón de la profesión, cuando no se trata simplemente de dictar su visión personal de la práctica.

Aly Sambou.

Hablemos claro: la calidad de un servicio de traducción no está necesariamente vinculada a un título en la especialidad, ni tampoco a un desempeño políglota impresionante  —y eso favorece el desarrollo de la profesión en un contexto donde los programas de formación en traducción profesional son escasos—. Sin embargo, entre la ciencia y el arte, entre el saber racional y el saber intuitivo, no hay lugar para la vacilación: quienes se dedican a la traducción en estos tiempos artificiales —dominados por la omnipresencia de nuevos saberes— elegirán sin duda la ciencia, con la lucidez de que el arte es ciertamente bello, pero que el progreso lo es más.

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